Sin embargo, más allá del juego, que nunca fue encontrado por un entrenador que no logró encontrar el funcionamiento del equipo, no se podrá negar que esta selección emocionó y plagó de emoción el corazón del pueblo argentino como hace tiempo no ocurría. Con Maradona como líder de un equipo con gran peso ofensivo, al que le faltó equilibrio en el medio y seguridad en la defensa, se volvió a crear esa mística que identificó al selecionado a lo largo de su historia. Se transmitió un mensaje de identificación con la gente, que apoyó al equipo más allá de los resultados. Esto queda en evidencia con el acercamiento de miles de hinchas a aeroparque para esperar a un seleccionado que se ubico en quinta posición- poca exitosa para el plantel con el que cuenta el equipo-.
Quedará lugar para una profunda reflexión y reestructuración de las ideas y conceptos que se vienen teniendo respecto a la organización del equipo. Quedará también lugar para las críticas y reclamos de los que saben, y de los que no saben tanto, de no haber incluido a jugadores como Zanetti o Cambiasso que podrían haber brindado mayor seguridad y equilibrio en el lugar donde la selección se mostró más desprotegida. Quedará también lugar para comenzar a armar un equipo y no una suma de individualidades. Quedarán cuatro años para volver a cosechar una ilusión y un sueño que se vuelva realidad y logre opacar aquellas imágenes que le suelen ser tan familiares a los seguidores del equipo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario